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Piratería Ucevista

6:41, Posted by Luis Moisés Escobar Bastidas, No Comment

Gerardo González
Estudiante de la Escuela de Filosofía

Mosaicos. Cemento. Fauna estudiantil. UCV. La danza de morrales y gafas, sacudimos los corotos, llegamos temprano a clases. ¡Espíritu universitario!, pregonamos orgullosos, pavoneándonos camino a nuestros salones. Pero la perspectiva del ucevista, enchumbada de colores, alientos y de ese característico olor a grama recién cortada, quizás está viciada. De ese barco ya han lanzado el ancla, no hay más que, desde estribor, hacernos del binocular.

¿En qué lugar se encuentra la brújula? ¿Acaso hemos perdido el rumbo? En busca del norte, dibujamos un mapa del tesoro, algo trastocado, todos nos queremos graduar. Nuestro futuro es como una red echada al mar, una de esas que desgarran de las profundidades sus sedimentos; nuestra conciencia, entre algas y una bota, es el botín del que se sirven algunos marineros apáticos, no les preocupa su educación, su Universidad o su país.

Un bostezo perenne y maldito cala en mis intrigas ¿qué haces acá compañero?, el canto de sirenas patea la retaguardia de una multitud, impávidos contemplan su cercanía al abismo, no importa la reminiscencia de aquellos tirapiedras, la evocación de un talante de hombres y mujeres forjadores de historia, de cambios, de protesta, que al parecer ni los estudiosos de la filosofía estamos prestos a recordar.

Apostado en el mástil de la Escuela de Filosofía, percibo con horror que no es cuanto se presumía, serán las bocanadas de humo que nublan mi horizonte. Me siento entre piratas. Con el parche en el ojo vemos a medias, con la pata de palo damos pasos cortos, parece un garfio el brazo de nuestros reclamos, ya no gritamos, porque las barbas de la desidia largas son.

Cuántos de nosotros damos vueltas a ojo pelado, al pendiente de esos hechos que bautizan nuestro gentilicio, pilas con lo que nos rodea. Venezolanos y universitarios. Pisar tierra firme o vivir en un barco de papel parece una elección fácil, cuando te crispan los pelos muchos truenos en altamar.

Aún así parece tedioso servirse más de aquello que a obligación ha mandado el capitán, tragarse un libro es osadía, como una de las aventuras de Verne. Sabe a toronja verde el panorama, para algunos es mejor no probar un “El Nacional” o “El Universal”, quizás se les extrañe cuando se les eche a los tiburones. Otros son los activistas, con consignas políticas extra cátedras, atacados por la carroña incrédula, que como las aves de Hitckoch desmiembran toda posible buena intención.

Para colmo, recibimos dardos en nuestra frente, ojos y sonrisa, en el bar de las comparaciones se juega Tiro Al Blanco. La Oxford que describe Javier Marías socaba mi aplomo y ¿cómo estar erguidos cargando el bochorno? Pero si acaso tomásemos de la pena, fortaleza para cambiar, para mejorar. “La Universidad Central De Venezuela siempre ha sido la mejor” en boca del más despistado de los paisanos, pero vivirla nos hace girar el timón, “Ya no es lo que era”.

No quise cañonear una descripción pesimista. Sostengo que necesitamos espabilar, salir del letargo, aunque no todo sea malo en este navío de cerebros. Algunos vienen con corazón o con postgrado, traen ejemplos y moralejas, uno que otro nos marca, nos encanta, están los que odiamos y los que motivan, muchos empujan y ¡claro! estamos los que preguntamos, no más entresijos como vela.

Saquemos provecho de nuestros sesos, ¡cuestionemos!...

¿Nos importa la universidad? ¿Quién lleva la batuta? ¿Qué queremos hacer de nosotros? ¿Y nuestro país? ¿Qué pasó con este Leviatán loco y rojo? ¿Son extraterrestres los congéneres de Oxford? ¿La culpa es de los profesores, de los alumnos o de la vaca?

“! Tripulantes! ¡Compañeros! ¡Vengan ya! ¡Un extraño se adueño del timón!” Franz Kafka.

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